miércoles, 27 de agosto de 2014

Política vs. Anti política



El significado clásico de la palabra política, deriva del adjetivo polis (politikos) que significa todo lo que se refiere a la ciudad. Concepto desarrollado por Aristóteles en su obra “Política”, que debe ser considerada como el primer tratado sobre la naturaleza, donde se analiza la relación del hombre con la ciudad, las funciones y las divisiones de estado y las formas de gobierno. Deja sentado Aristóteles que el principio de la política está relacionado con el concepto de poder. El poder político pertenece a la categoría de un hombre sobre otro hombre,  entre gobernantes y gobernados, entre soberano y súbditos, entre estado y los ciudadanos, entre orden y obediencia “unos mandan y otros obedecen”.
           
He desarrollado  el concepto  de política desde  la visión sociológica  de Augusto Comte, que la coloca en la naturaleza de las cosas, del hombre su naturaleza y su esencia.

La anti política debe ser todo lo contrario a este concepto. Sin embargo, en estos tiempos el concepto de anti política se ha utilizado para descalificar  acciones,  con las cuales no se está de acuerdo, y las colocan en el muro de los lamentos de la anti política. Con ello, se han quedado a ver la paja en el ojo ajeno y no revisan que esa permanente descalificación es la real anti política.

Todo  comenzó  con  la  llamada  “salida”  que  fue  desarrollada  al  margen  por  el movimiento estudiantil, que es una masa amorfa conformado por: independientes, adecos, copeyanos, de voluntad popular y otros. La “salida” degeneró en guarimbas en todo el país y con ello dos alcaldes destituidos, muertos, lesionados y presos políticos. El sector de los partidos políticos incorporados a la MUD y su líder Henrique Capriles, no estuvieron de acuerdo  y  para  marcar  distancia  plantean  la  vía  electoral  como  única,  exclusiva  y excluyente camino a seguir – pero sí se sentó a dialogar con el gobierno por efecto de la crisis política que produjo la “salida”, para lo cual sí fue una oportunidad -. Posteriormente los líderes de la “salida” desarrollan otras iniciativas: asambleas ciudadanas y asamblea nacional constituyente.

Pero cuando se entra en el análisis resulta que ya la “salida” pasó a la historia y la historia la juzgará. Ahora nos encontramos con diversas formulas, ideas o planteamientos: asamblea   de   ciudadanos,   asamblea   nacional   constituyente   y   elecciones:   ninguna excluyente. El oposición debe abrazar en su seno todas y cada una de ellas a los fines de que  cada  líder  pueda  desarrollarla  y  fortalecerse.  Lo  que  no  puede  hacer  la  MUD  es rechazar  y apartarse  de ellas,  porque  “…eso  debilitaría  el liderazgo  de quien  ya tiene ungido  como  candidato…”,  eso   le  haría  mucho  daño  a  la  llamada  “oposición democrática”.

Entonces señores, dejemos de vernos el ombligo para comenzar a ver el horizonte. Dejemos  las  descalificaciones  entre  propios  y  pongámonos  a  transitar  el  camino  del Proyecto País a desarrollar cuando se ganen elecciones por la vía electoral. Personalmente me inclino por la vía de la asamblea nacional constituyente para el desarrollo del Proyecto País  Venezuela   Reconciliada,   que  trabaja   la   gente  del   Movimiento   de  Integridad Democrático (MID), a cuya cabeza se encuentra Enrique Colmenares Finol, Luis Manuel Aguana, Luis Farías, entre otros. Pero si en ese transitar hay elecciones hay que ir a las elecciones y sí se pueden hacer unas asambleas ciudadanas, para escuchar a la gente ¿por qué no? Ahora, hay que sentarse a trabajar las coincidencias y diferencias, y veremos cómo hay más fondo que forma, sólo en ese momento haremos la real política.

Carlota Salazar Calderón
carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar

lunes, 25 de agosto de 2014

Del Comunismo a la Democracia Vía Constituyente


Por Luis Manuel Aguana

Una de las cosas más difíciles de explicar dentro del desarrollo que hacemos del Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), es que esta propuesta es realmente un borrador de trabajo. No es un dogma que se está tratando de imponer. De hecho, ese es el papel a discutir que requiere para su materialización de una Constituyente. Lamentablemente eso, que es lo principal, no es lo que se ha discutido sino la carpintería necesaria para cambiar la Constitución, que es el proceso Constituyente.

Se puede estar en desacuerdo con nuestra propuesta de cambiar el esquema de distribución del poder en el sistema político venezolano, pero nadie puede negar que esa es una discusión que hay que dar. Y que el mejor escenario para realizarlo es una Asamblea Nacional Constituyente, porque es allí en donde la sociedad venezolana se encontraría en la persona de sus legítimos representantes-los Constituyentes-, y podríamos todos, basados en unas reglas justas, llegar a los acuerdos necesarios para realizar esos cambios en paz. Nosotros llevamos una propuesta basada en un esquema conceptual que prioriza la relación del ciudadano sobre sus gobernantes, y cuya principal razón de ser es la búsqueda de una solución estructural a los problemas del país.

Ahora bien, se ha contrapuesto el argumento a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente a que primero debemos resolver el grave problema de soberanía y la invasión castro-comunista que se desarrolla en Venezuela. Ese argumento ha confundido a la opinión pública, dando origen a un rechazo a la convocatoria constituyente basado en que nosotros no tenemos en cuenta esa situación, cuando en realidad es todo lo contrario.

Lo primero que debemos entender es que aquí hay dos problemas completamente diferenciados que lamentablemente se han mezclado en esta discusión. El primero de ellos es el agotamiento de una forma de Estado que hacía aguas en 1998 y que se enmascaró y congeló con la llegada de Hugo Chávez al poder. Esto es, los partidos y su forma de gobierno hicieron crisis y por ello salió un “salvador” de la nada en 1992 y que se eligió Presidente en 1998. Y lo segundo es que esa crisis estructural del modelo, que aún no se corrige, devino en comunismo.

Los gobernantes de ese entonces SABIAN que el sistema debía ser corregido, debían hacer realidad los postulados de la descentralización prometidos desde la promulgación de la Constitución de 1961, y no lo hicieron. Debían soltar las libertades económicas y no lo hicieron. Las recomendaciones de la Comisión para la Reforma del Estado (COPRE) fueron engavetadas e ignoradas. Difícilmente un país sin correcciones estructurales saldría de la “crónica de una muerte anunciada”.

Mucha de aquella “claque” política responsable de esa debacle de los partidos –ladrones y oportunistas políticos de oficio-, se constituyeron en apoyadores de lo que hoy es el proyecto revolucionario rojo-rojito. No vinieron del espacio exterior, son ex adecos, ex copeyanos, ex masistas, ex cualquier-partido que no iban a tener nunca la oportunidad de ponerle la mano a las arcas públicas si continuaba el maridaje adeco-copeyano. Pero la corrección estructural del sistema político continuaba sin realizarse. Y todavía continúa sin realizarse.

El gobierno de un Comandante alocado que decía al comienzo que no era comunista, devino en uno. Las fuerzas internacionales que luchaban desde hacía décadas por ponerle las manos a la joya de la corona latinoamericana encontraron el caldo de cultivo perfecto para inocular el veneno. Una clase gobernante corrupta, mucha plata para repartir y un gobierno que se iniciaba sin saber cómo se gobernaba un país, fue la tormenta perfecta para que se iniciara nuestra pérdida de soberanía. El resto fue de bajada. Pero lo importante aquí es que se profundizaron las imperfecciones del modelo centralizador del Estado con la aprobación de la nueva Constitución. Esto trajo consecuencias catastróficas para los venezolanos. La economía y la subsecuente calidad de vida descendieron aún más allá de los niveles de 1998, año en que los venezolanos apostaron por un cambio que en realidad fue un engaño comunista de la mano de un traidor.

Al decir de Allan R. Brewer Carías: “La nueva Constitución de 1999, por otra parte, carecía de las previsiones necesarias para que el país pudiera asumir los cambios democráticos que eran necesarios, particularmente a través de la efectiva descentralización política de la Federación y el reforzamiento de los poderes de los Estados y Municipios. La Constitución de 1999 en realidad, continuó con los mismos principios centralizadores que tenía la Constitución precedente, en algunos casos centralizando aún más ciertos aspectos.” (Recomiendo ampliamente la lectura de Federación Centralizada en Venezuela: Una contradicción Constitucional – Allan R. Brewer-Carías https://drive.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDN1htM1BhaktXb2M/edit?usp=sharing).

Los venezolanos no podemos cometer el error de conservar la Constitución de 1999. Las razones podrán encontrarlas en el documento de Brewer-Carías. Pero más allá de adentrarnos al estudio del daño y el retroceso constitucional que significó la aprobación de la Constitución de 1999 para los Estados y Municipios de Venezuela, explicación que le dejamos al documento de uno de los constitucionalistas más renombrados del país, debemos entender que cualquier solución que le encontremos al problema de Estado y Soberanía que tiene Venezuela, pasa por resolver el problema de fondo por el cual apareció Chávez en la escena política, evitando confundir esto con el problema cubano.

Un proceso constituyente nos pondría en la vía de una solución integral. Por un lado, independientemente de lo que se termine discutiendo en esa Asamblea, donde la propuesta del Proyecto País Venezuela Reconciliada es la única en el escenario político actual para acometer los cambios estructurales necesarios en la próxima Constitución, ese proceso involucra la elección libre y transparente de Constituyentes de todas las tendencias, así como de eventuales nuevas propuestas, siendo ellos los que al final decidirán si Venezuela toma una senda comunista o una democrática. Preguntemos sin miedo a los venezolanos si quieren ir al “mar de la felicidad” de Cuba. Estoy completamente seguro que el régimen no desea hacerlo.

Los venezolanos exigimos votar libremente por Constituyentes de una u otra tendencia. Si no existe coacción electoral, ni máquinas corruptas, ni funcionarios del régimen alterando el proceso, Venezuela elegirá el sistema de libertades que siempre ha tenido, en un proceso inédito, redactando una Constitución realizada desde la base, de abajo hacia arriba, y no impuesta por ningún gobernante o golpista de turno como lo han sido todas las constituciones que hemos tenido. Pero eso no será gratis ni fácil, hay que pelearlo de una manera firme pero pacífica en las calles. De otra manera el régimen jamás se contará limpiamente. Nadie puede negarle al pueblo venezolano ese derecho, comenzando por los militares.

En esa primera etapa será el Soberano el que decida el modelo político-comunista o democrático-, para Venezuela, eligiendo a aquellos Constituyentes que profesen una u otra tendencia. En una segunda etapa, ya en la Asamblea, se decidirá la forma de Estado, centralista o federal para nuestro país, donde aspiramos que se corrijan todos los entuertos constitucionales cometidos, incluso aquellos que tienen mucha historia en la Venezuela contemporánea.

Nuestro Proyecto País Venezuela impulsa la forma de Estado Federal y tiene como eje principal asignarle a la provincia, constituidas por los Estados Regionales de toda Venezuela, competencias constitucionales y legislativas, amplias e integrales en materia política, judicial, electoral, tributaria, administrativa y educativa, con el fin de hacer llegar el poder a los ciudadanos y sean estos los protagonistas de su propio desarrollo, estableciendo una Constitución Federal para la República de Venezuela y Constituciones Regionales para cada Estado acordes con ese planteamiento.

Esto implicaría restablecer la Cámara del Senado en el Parlamento Nacional con la representación paritaria de los Estados para el debido equilibrio del poder legislativo. Implica la transformación del Poder Judicial mediante la creación de las Cortes de Justicia Regionales para dar mayor poder y capacidad de actuación a la justicia local. Implica generar las garantías electorales que brinden legitimidad de origen a los elegidos, como: la doble vuelta, el financiamiento de los partidos políticos y la representación proporcional de las minorías. En otras palabras, el regreso a una democracia fuerte, sana y con Estado de Derecho.

Así que una cosa es restablecer nuestra soberanía como Estado de una manera civil, pacífica y democrática exigiendo como ciudadanos contarnos de una manera transparente en un proceso Constituyente y otra muy diferente es la forma del Estado que debemos discutir en esa Asamblea, no solo para no cometer y corregir los errores que nos llevaron a este desastre mal llamado “Socialismo del Siglo XXI”, sino para reconstruir y comenzar a dar los primeros pasos para nuestro desarrollo como Nación.

Caracas, 25 de Agosto de 2014

Twitter:@laguana