Por
Humberto Acosta R. (*)
La
propuesta de cambiar para los objetivos
de” terminar con la pobreza, el narcotráfico y unir a los ciudadanos”, le
permitió a Mauricio Macri, ingeniero, candidato civilista de Cambiemos, ganar la Presidencia de Argentina al
peronismo militarista y al clan KK, del matrimonio Néstor Kirchner
(+) y Cristina de Kirchner, hegemonía que se prolongó por 12 años, llevando a este país a una situación
de crisis e ingobernabilidad. Aún, con
el poder suficiente para mantenerse en el gobierno, las pretensiones de estos neo-camaradas rodaron; el agotamiento del régimen y la
fuerza de la sociedad civil, organizada, hicieron con el voto “posible lo
imposible”. En el mundo, si algún régimen se parecía en sus formas y fines al chavismo venezolano, es
el de este peronismo-kirchnerismo-militarismo.
Procesos
diferentes con similitudes importantes: Cultivo e influencia de la figura
mesiánica del caudillismo militarista (Perón y Chávez, herederos políticos, nepotismo y dinastía),
populismo, corrupción, narcotráfico y el abuso desenfrenado e inmoral de los
recursos del Estado e Instituciones para coaccionar y obtener
votos; ganar siempre elecciones y
mantenerse en el poder “como sea”, sin alternancia ni derechos humanos, cero desarrollo.
Se proclama una supuesta “revolución”, dentro de una pseudo democracia, en
función de apetencias e intereses personales y grupales. Tales semejanzas facilitan alianzas entre ambos regímenes y sus
respectivos líderes de las “izquierdas” iberoamericana, idolatrando al castro
comunismo, con altos costos financiados con los petrodólares del pueblo venezolano: ALBA, la maleta de los
800 millones de dólares, pagos de la deuda externa de argentina, entre otros.
Los
procesos evidencian diferencias notables. Principalmente, se centran en la resistencia y reacción (resiliencia) de las instituciones democráticas frente a los desgobiernos. En
los 17años del socialismo siglo xxi,
la mayoría de las instituciones
del Estado venezolano han sido secuestradas por el Ejecutivo, que concentra el
poder público y lo centraliza en Miraflores. La audacia e irresponsabilidad del
“comandante eterno” hizo el trabajo y hoy su legado negativo, lo disfrutan sus “hijos”(biológicos y no biológicos)
a expensas del bienestar de los venezolanos. En Argentina, 12 años fueron insuficientes y no consolidaron
el régimen; no obstante, la presencia del peronismo y de la clase obrera que
poseen. El régimen fuè derrotado, especialmente por el desempeño de las instituciones argentinas y de la modernidad del sistema electoral, con la
inclusión de las dos vueltas y el voto manual transparente, sin electrónica ni informática de aplicaciones
sospechosas y tendenciosas. Allá, a pesar de las irregularidades, funcionan la
separación de los poderes y respeto a la
Constitución. El parlamento y los tribunales actúan y buena parte de los medios
de comunicación y las universidades pudieron escapar del acoso oficial.
Generalmente, las expropiaciones no las pudieron hacer ni confiscadas las Fuerzas Armadas Nacionales,
como ha sucedido en estos 17 años del chavismo. Se destacó la transparencia y
objetividad de la Cámara Nacional Electoral,
con una Ley Electoral que no permite la dependencia del árbitro
electoral al Ejecutivo y el sistema electoral confiable y eficiente garantizó,
como se pudo observar durante todo el proceso, elecciones limpias.
Hay
tiempo de cambio para América Latina y particularmente en Venezuela, los vientos
buenos oxigenan, el Buenos Aires de la democracia y
libertad, soplan a favor. Y esta
victoria de Cambiemos, ayuda y estimula
positivamente para este 6D y en el 2016, con las acciones que se correspondan
para solucionar definitivamente la grave
crisis que estremece al País.
A pocos
días del 6D, a pesar del ventajismo, trampas
montadas y una unidad opositora frágil, la victoria democrática
es un hecho. Seguramente, no con un porcentaje
aplastante en el número de Diputados, pero si
sabemos que la próxima Asamblea será de mayoría democrática.
Venezuela,
en las próximas elecciones parlamentarias,
lo más importante que va a lograr
es demostrar al mundo y a nosotros mismos
que la oposición democrática, en la base popular, es mayoría aplastante
y que la “revolución” involucionó por su desgobierno y la traición a la
esperanza e ilusión que motivo en los ciudadanos.
Con la ayuda de Dios vamos a exclamar
como Macri: “Qué difícil tanta emoción, tanta alegría, tanta esperanza, estamos
desbordados”,
(*) Ex.
Rector UNET