martes, 21 de octubre de 2014

¿Porqué una Constituyente? (II) La Prostitución de las Masas


En algunas sociedades modernas existen grupos de personas que deambulan en la vida dentro de lo que llamaríamos la subcultura de la pobreza. Esos seres no han escogido ese camino ni ese ambiente para desarrollar sus existencias sino sencillamente sus antecesores nunca conocieron otro destino y terminaron buscando refugio en sitios y barrios de centros poblados que, con el tiempo, se constituyeron en verdaderos cinturones de miseria. Nada ha cambiado para ellos desde que Víctor Hugo escribió Los Miserables. Esta subcultura no solo se percibe en las grandes ciudades sino que hoy se puede observar también en el campo y algunos poblados del interior de muchos países, especialmente de Latinoamérica y África. También es fácil determinar que estas masas de pobres se ven contrastados con unos pocos afortunados que poseen niveles de vida ostentosos con quienes se confrontan en el trascurrir de lo cotidiano y de ahí sus frustraciones y resentimientos. Cuando uno observa a esas personas que viven en la pobreza crítica, nota que no muestran inclinación en cultura democrática alguna, por cuanto su instinto de sobrevivencia solo les permite percibir lo inmediato. En resumen, un grave problema social se convierte en el tiempo en una tragedia política, cuando son caudillos populistas los que explotan esa debilidad social

Cuando analizamos con detenimiento las raíces históricas que desencadenan estas calamidades sociales de subdesarrollo se puede observar, como el problema de fondo, es que todas provienen de relaciones atávicas deformadas en el intercambio político entre una sociedad civil inexistente, o debilitada, y estados dominantes, excesivamente centralizados, generalmente aceptadas pasivamente por la historia e incomprendidas por partidos y líderes políticos improvisados. Han surgido independencias que conceden soberanías nacionales y revoluciones que introducen elementos ideológicos en la solución, con la intención de crear sociedades más justas, pero en muchos casos regresamos a las mismas realidades de pobres en masas y ricos en clanes, solo con el cambio de nombre de los protagonistas.

Por otro lado, existen hoy sociedades donde se están superando estas injusticias sociales y por generaciones, se han venido creando clases intermedias salidas de la pobreza que crecen con el tiempo y conforman oportunidades abiertas hacia el futuro de los que están por venir. La pregunta es entonces ¿Porque unas sociedades progresan y otras no?- Si observamos con detenimiento y sin prejuicios ideológicos, notamos que la clave la constituye la forma como se manejan las relaciones Sociedad Civil - Estado. En aquellas sociedades desarrolladas, estas relaciones son de respeto, entendiendo que el poder político real lo ejerce la sociedad civil a través de instituciones públicas conformadas por personas que no buscan destacar su imagen sino servir con humildad. En esos casos el Estado es un servidor público con poderes descentralizados y equilibrados que actúan dentro de normas basadas en principios de justicia y equidad, prestando ayuda a los más frágiles de la sociedad, como son los niños y adolescentes, los ancianos, los discapacitados, las embarazadas y los enfermos. Los ciudadanos, así llamados en esas culturas, no están sometidos por el estado y no les deben recompensas ni sumisión a su desempeño, ni culto a sus líderes. Solo exigen oportunidades iguales para todos en educación, salud y trabajo dentro de un régimen de libertades amparados por leyes justas y sistemas de justicia sin privilegios. El Estado posee un tamaño conforme a sus necesidades esenciales y permite que sea la sociedad la gran emprendedora y productora de bienes y servicios en ambientes de alta competencia. Todo lo anterior está regulado por democracias pluralistas descentralizadas donde los ciudadanos, en elecciones libres, son los que expresan su opinión con conciencia y sin presiones.

En esas sociedades donde proliferan “los cinturones de miseria”, se invierte esa relación y el estado (ahora en minúsculas) se convierte en polo de autoritarismo, transformando a la sociedad en centro de sumisión. Son sociedades donde históricamente se ha sometido al pueblo a obedecer al caudillo o presidente, o a quienes ellos representan, aun en democracias incipientes. Bajo esa premisa, de crear y hacer creer en una imagen de magnificencia del estado es donde los ciudadanos son cohibidos y convertidos en súbditos, cuasi esclavos, ante el poder supremo de caudillos omnipotentes, ineficientes y corruptos. Muchas son las personas que se entregan al facilismo y el clientelismo que irremisiblemente los conducen a la pobreza en la esperanza que sea el estado el que les resuelva la vida. A través del tiempo la pobreza, ya convertida en marginalidad, se concentra en espacios de hábitat inadecuado, dentro de núcleos de familiares deformados, propiciados por la paternidad irresponsable y auspiciada por ese estado paternalista y por una sociedad de cómplices, que se torna indiferente para así satisfacer sus ambiciones de confort. Cuando los estados persisten en mantener invertida la relación entre ellos y los pueblos, la pobreza crítica, ya establecida como subcultura, se convierte en un estamento mental y de comportamiento de graves consecuencias donde las democracias plurales terminan por fracasar.

Para desgracia de los venezolanos, nuestros centros poblados encierran enormes cantidades de personas dentro de la subcultura de la pobreza donde se ha encontrado el caldo de cultivo para ser manipuladas impunemente dentro de un proyecto político que esconde la mano peluda del comunismo internacional manejado desde Cuba. De acuerdo a ese proyecto, los pobres son usados como medio para crearle sustentación política electoral para deformar la democracia hacia la construcción de una cultura marxista que solo funciona en la mente febril del neo-caudillismo latinoamericano de la izquierda trasnochada. Esas masas se han degradado para conseguir ventajas materiales que le permitan aliviar su pobreza a cambio de la fidelidad hacia un caudillo mesiánico que se ha constituido en ídolo de multitud de pobres, que tanto dañó causa al logro de enrumbar al país en la ruta de la modernidad. La pobreza, prostituida a esos niveles, es una degradación política que no permite la evolución de una sociedad hacia el bienestar y el progreso sostenido y como tal, debe ser erradicada de raíz y no “aliviarla” para mantenerla en estado latente y así ser utilizada con propósitos políticos que llevan a la instauración de regímenes totalitarios.

Venezuela atraviesa hoy por una crisis de proporciones muy preocupantes, con una sociedad dividida y desarticulada, con un estado pervertido en el ejercicio del poder, concentrado en verdaderas mafias de aprovechadores que se rasgan su pecho con mensajes socialistoides. Mientras tanto amasan grandes fortunas y prostituyen a las masas más desfavorecidas dentro de una maquinaria aceitada para manipular un ventajismo insólito de “legitimación” electoral. Pero desaparecido su líder, se acerca su fin dentro de una profunda crisis económica causada por su incompetencia. Crisis que nos llevará inexorablemente a un abismo inflacionario que muy probablemente desembocará en una era pos-chavista con una transición muy traumática. Una rectificación de fondo de las bases políticas sobre las que se formula nuestra constitución deben ser debeladas. La pregunta clave tiene que dirigirse a debatir sobre el país que desea la sociedad civil venezolana para deslastrarnos de los viejos paradigmas del caudillismo presidencialista y de los estados omnipotentes que son muy eficientes en crear masas de pobres que dan origen a caudillos tipo Chávez ¿Deseamos un estado centralizado fortalecido concentrado en Caracas con un poder político ilimitado frente a una sociedad descompuesta con una mayoría viviendo en la pobreza?, o ¿deseamos una sociedad moderna y emprendedora de ciudadanos con movilidad social, escapando de la pobreza, con poder político a nivel local, en un pais con servidores públicos de vocación? He aquí el dilema existencial de los venezolanos del futuro, que solo se resuelve mediante UNA CONSTITUYENTE DE BASE POPULAR tal como es propuesto por el Movimiento Independiente Democrático (MID) desde el Táchira.


EDUARDO COLMENARES F. AGOSTO- 2014

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