martes, 21 de octubre de 2014

¿Porqué una Constituyente? (III) Sociedad Civil y Partidos Políticos


Según el Diccionario Político de Oxford, el término Sociedad Civil (SC), derivado de Hegel (1770-1831), lo constituyen las asociaciones en el campo de las necesidades intermedias que no pertenecen ni al estado, ni a la familia extendida. En otras palabras, en política es la asociación de personas políticamente activas e independientes, que ejercen sus derechos y deberes, sin otra arma que no sea su libertad de conciencia, su criterio político y su integridad moral, convirtiéndose así en el tercer sector políticamente activo, fuera del Estado y los Partidos Políticos. El concepto de SC es uno de las nociones más difícil de digerir en términos políticos por tratarse de una masa de personas desconocidas entre sí, sin cabezas visibles, que coinciden en consensos políticos sobre temas de interés común, por concurrencias razonadas por cada quien en forma separada. La SC se movilizan por consensos envolventes sobre temas de interés público, basados en juicios simplificados sobre lo que se considera bueno o malo, sin importar sus implicaciones legales. Juicios formados mediante la visión del entorno inmediato y la información recibida (las redes sociales modernas le han dado un espaldarazo), interpretada de acuerdo a su cultura política y a su ética personal. Su importancia política en democracias es trascendental, por cuanto es ella la razón de la política y son los únicos llamados a determinar si reciben, o no, el bienestar social que les corresponde por derecho. Su empoderamiento, mediante el sufragio universal para elegir sus líderes y el derecho a la protesta pacífica, le concede todo el protagonismo, ahora como ciudadanos.

Empecemos por establecer ciertos conceptos básicos para entender la dinámica de la SC. En la medida que la SC es más culta, menos necesita de líderes y de partidos políticos y teóricamente, en la utopía de una SC perfecta, totalmente culta, ésta se lidera a sí misma y no necesita, ni de líderes externos, ni de partidos, ni Estados. Por el contrario, en el otro extremo, las sociedades con menor grado de cultura política necesitan mucho de líderes externos y de partidos políticos en su intermediación con el Estado. He allí la razón del porque existen Estados y partidos políticos como consecuencia de que nosotros, los miembros de la SC, convenimos en crearlos para lograr ordenarnos sobre bases de justicia y equidad, hasta conseguir nuestro perfeccionamiento como sociedad. El concepto anterior es clave para entender que, tanto el Estado como los partidos, son servidores públicos a nuestro servicio.

Históricamente el concepto de SC ha sufrido muchas transformaciones y tendencias a lo largo del tiempo. Desde sociedades de masas empobrecidas (“pueblo” en términos de sus depravadores), considerados como plebeyos, esclavos, súbditos o camaradas, acaudillados por césares, reyes, caciques, emperadores, jeques, partidos únicos o presidentes que conforman sociedades sumisas al poder del Estado, hasta sociedades civiles conformada por ciudadanos que logran, mediante la lucha continua por los derechos humanos, ser atendidos en sus necesidades básicas en forma justa y equitativa. Hoy en día, somos nosotros los ciudadanos, los que elegimos las autoridades, a todos los niveles, bajo el criterio de la alternabilidad de los líderes por periodos limitados en el tiempo y colocamos los poderes del estado a nuestro servicio. Estas transformaciones han creado nuevos paradigmas sobre las relaciones entre sociedad civil, partidos políticos y Estados. Así tenemos que en nuestro país, como en casi toda Latinoamérica, los partidos, inicialmente conformados alrededor de caudillos con mentes militaristas tan de boga en el siglo XIX, dieron paso en el siglo XX, a los partidos de masas inspirados en las ideas de intelectuales de izquierda, copiando el modelo leninista de la URSS. El objetivo primario de estos partidos es obtener y mantener el poder político a toda costa, mediante prácticas maquiavélicas, pero desconociendo e ignorando la importancia de la SC como institución política básica, ante el secuestro de sus miembros más necesitados, mediante membresías de inscritos en el partido para conseguir su voto a cambio de dar acceso exclusivo, ya como clientes, a los favores de un estado paternalista centralizado. Esta práctica inmoral de estimular políticamente a la pobreza no debe permitirse constitucionalmente. La política ha evolucionado desde que Mahatma Gandhi, quien, sin ejercer cargos públicos pero con mucha humildad y sacrificio, logró la independencia de India liderando a una sociedad civil india, conformada mayoritariamente por las clases más pobres, mediante la protesta cívica y la desobediencia civil, soportadas en valores de justicia y resistencia pacífica. Este hecho singular cambió los paradigmas de la conducción política desde los partidos de masas, manejados por elites excluyentes, dando paso a los partidos modernos identificados con la SC. Estos partidos modernos se convierten en instituciones éticas profesionalizadas conectadas a los deseos de la SC, investigando sus necesidades, educándola en el comportamiento cívico y conduciéndola, por líderes formados, hasta alcanzar el bienestar social, sin secuestrar su libertad de conciencia. Sus activistas son ciudadanos formados con conciencia ética que trabajan en función social sin esperar favores del estado, sobre la base que el financiamiento de los partidos debe estar abierto al escrutinio público. Una SC decidida y organizada, bien conducida hacia propósitos justos, sin más armas que la movilización y el voto, logra más que un ejército armado.

La SC se moviliza en mayor grado, dentro de los ambientes locales donde hacen vida diaria y su importancia es más notoria en el interactuar de sistemas de gobierno descentralizados. Es por esta razón que los totalitarismos centralizados la ignoran. La SC se constituye en el creador de riqueza mediante el emprendimiento de sus ciudadanos dentro de sistemas de gobiernos desburocratizados; en el elector de las autoridades a nivel ejecutivo, legislativo y judicial a niveles regionales y nacionales; en el regente, desde el nivel municipal, del poder electoral. Es el poder constituyente a nivel nacional y regional, el custodio del respeto a los valores civiles y de aquellos más frágiles, mediante instituciones ONG´s y en el defensor de los gremios de trabajadores desde sindicatos, colegios profesionales o cámaras de productores. Los campos de actividades de la SC, deben ser respetados por los partidos y/o el Estado.

Una constituyente donde se debata claramente sobre las relaciones de la SC, los partidos y un Estado descentralizado es una necesidad imperiosa que tiene que ser abordada prontamente, donde los ciudadanos sean los protagonistas y no los partidos o caudillos; donde los partidos se estructuren alrededor de la SC sin secuestrar a sus miembros, que ofrezcan programas realistas conducidos por líderes formados que convenzan por sus ideas y no por ofertas populistas.


EDUARDO COLMENARES F. OCTUBRE- 2014.

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