Por Luis Manuel Aguana
Uno de los
aspectos menos desarrollados de esta solicitud que muchos estamos realizando en
relación a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente lo constituye
el tema de la Reconciliación Nacional. Y hay un error que subyace en este
término “Reconciliación” que mata voluntades.
Si yo les
dijera que este proyecto no tiene como objetivo principal desarticular todos
los Poderes Públicos y desalojar de ellos a todos aquellos que ilegítimamente
lo ocupan, ¿ustedes me creerían? No, ¿verdad? Pues eso es precisamente el
problema con esta iniciativa. Porque si bien es cierto que el daño que hizo
Hugo Chávez en la institucionalidad venezolana fue muy profundo, no menos
cierto fue que la herida más grave que infringió consistió en haber distanciado
a los venezolanos por razones políticas.
El odio, el
resentimiento, el pensar en que no podíamos construir nada juntos sino que
había que arrasar con el adversario para conseguir objetivos políticos, es el
combustible que ha mantenido prendido el motor de esta locura llamada
Socialismo del Siglo XXI. Eso no había pasado nunca en Venezuela. Ni siquiera
en la guerra de Independencia los venezolanos estuvimos tan distanciados. Eso
de “ni agua al enemigo” no funcionaba aquí. La manera que encontró Chávez de
mantener unida a su gente fue desatar un odio ciego al resto de aquellos que no
pensábamos como él.
El insulto,
la descalificación, el lenguaje escatológico llegó a ser moneda corriente en
los discursos del extinto Dictador. Nada de creer que nosotros, los que
estábamos del otro lado, existíamos o merecíamos respeto por ocupar un espacio
de importancia en el país. Y eso originó una reacción de la misma magnitud y en
el sentido opuesto. Simple física de acción y reacción. Resultado: bandos
irreconciliables que no pueden ponerse de acuerdo en las cosas más simples.
Salvo, por supuesto, aquellos “opositores” que hacen negocios con el gobierno.
A esos no los tomo en cuenta en este análisis.
Los
herederos del gobierno de Chávez aun llevan esa bandera. Pero son solo aquellos
a quienes les conviene mantener ese estado de odio. Les funciona bien. No les
interesa que congeniemos y le busquemos juntos soluciones a los problemas. Hay
que mantener el odio. De nuevo, eso les funciona bastante bien.
Todos, de
una manera u otra hemos caído en ese odio visceral. Y ese es el combustible del
Diablo. Es la energía que lo mantiene vivo. Y lo más brutal es que de una u
otra manera nosotros lo mantenemos vivo porque ellos lo mantienen vivo. Cuando
hacen cosas como echarle los motorizados violentos a una marcha estudiantil
pacífica, eso acrecienta el odio hacia ellos. Cuando hacen apartheid laboral,
aumentan nuestro odio. Cuando declaran indicando majaderamente que hicieron
trampa en las elecciones “¿y qué?”, eso provoca una arrechera inenarrable.
Entonces,
¿cómo rompemos ese círculo vicioso y lo convertimos en un círculo virtuoso? No
soy aquel de los que piensa abrazarse con nadie y menos aun con los
delincuentes que han acabado con el país. Hay que reconocer objetivamente cual
es el problema para poder resolverlo. El odio y el resentimiento
definitivamente es un tema que tenemos que abordar.
¿Y cómo se
aborda ese problema? Primero tenemos que quitarnos de la cabeza que el proceso
Constituyente es un instrumento de venganza. Porque si no lo hacemos de esa
manera la Constituyente no podrá ser el Pacto Social que buscamos firmar todos
los venezolanos para que este país tenga estabilidad política de largo plazo.
En segundo
lugar, identificar quienes dentro de las posiciones del gobierno son los
primeros instigadores de ese odio que no nos deja pensar. No diré nombres aquí
pero ya me figuro que ustedes piensan en los mismos que yo. Hay que hacer un
ejercicio de neutralización mental y trabajar en ello. No es fácil.
En tercer
lugar debemos pensar que cuando se convoca al Constituyente, es a todo el
pueblo de Venezuela, chavistas y no chavistas. O mejor dicho, a quienes
estuvieron de acuerdo con las ideas del difunto Hugo Chávez y a quienes no
estuvieron de acuerdo con esas ideas. ¿Se dan cuenta como nos dividió ese
sujeto? Los que incitan al odio permanente son un mínimo despreciable. Lo que
hay es venezolanos que lloran por ese loco del “por ahora” de 1992 y que de
ninguna manera se ven reflejados en esa banda de malandros que están en el
gobierno. ¡Hay que hacer esa diferencia muy importante!
Pues bien,
hay que convocar a todo el mundo y convencer a aquellos que no piensan como
nosotros, que lejos del odio que nos han hecho sentir, hay un país que construir porque todos vivimos aquí.
Que ellos van a tener sus representantes en esa Asamblea Nacional Constituyente
y que esta no será manipulada por este CNE corrupto. ¿Qué cómo se hará eso? Ya
lo veremos.
Y esos
representantes de todo el país, tanto los de ellos como los nuestros, serán
convocados para discutir UN PROYECTO DE PAIS. Que no es que nadie se va a
imponer allí. Y que las decisiones de ese Constituyente deberán UNIRNOS SIN
ODIOS en lo que habrá de ser la Republica de Venezuela, al menos, para los
próximos 100 años.
Este
objetivo será tergiversado por el gobierno, y entérense, también por la
oposición que está con el gobierno. Mandarán a sus siguises tarifados por la
prensa, aquellos que hablan complicado y en términos que no se encuentran en el
diccionario, para decir que nosotros los atropellaremos y que ellos representan
a la verdadera oposición, que los estamos engañando.
Pero
mataremos al odio y el resentimiento. El Poder Originario representado por
todos los venezolanos Constituyentes, de uno y otro bando, electos sin trampas,
desmontarán los poderes constituidos, pero también deberán hacerlo con
justicia. No puede haber cabida para otra cosa.
La tarea de
reconstrucción que nos queda por delante luego de sentar las bases
constitucionales necesarias para reorganizar al país requiere de una grandeza
de alma como venezolano y un gran sentido de la justicia de todas esas personas
que se reunirán para darnos otro país. Además de ser un proceso político este proceso
lleva consigo una alta dosis de comprensión humana por parte de ambos bandos en
que fue dividido el país. Estoy seguro que si escogemos bien a esos venezolanos
de ambas partes, podremos encontrarnos de nuevo.
Caracas, 23
de Julio de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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