Está
comenzando a llamar la atención entre la opinión pública el llamado a una
Asamblea Nacional Constituyente. Y eso era de esperar. Algunos líderes han
empezado a expresar públicamente su opinión en relación al tema, y dado lo
importante del asunto considero que es sano abrir una discusión en el país que nos
lleve a aterrizar esa materia, impidiendo adhesiones o rechazos por las razones
equivocadas.
De acuerdo
al Movimiento Independiente Democrático del Táchira el “momento constituyente”
se da cuando “se llega a una total
ingobernabilidad e inseguridad jurídica y no hay reglas de juego claras. Cuando se desborda el enfrentamiento
político, el odio, y la división prevalece entre los ciudadanos. Cuando un gobierno dilapida los mayores
recursos que ha tenido el país en toda su historia y no hay manera legal de
controlarlo. Cuando la corrupción, la
incapacidad, la inseguridad y la impunidad incrementan la situación de crisis.
Cuando todas las realidades anteriores nos puedan conducir al abismo de una
guerra civil” (ver http://redinternacionaldelcolectivo.blogspot.com/2013/05/mid-movimiento-independientedemocratico.html).
Nadie puede dudar que ese es el país que tenemos ahora.
Ahora bien, el MID-Táchira,
citando a Jacques Donnedieu de Vabres, en su obra L’Etat (1994), indica:“El objeto de un proceso constituyente es
establecer un orden racional, claro y estable que evite, en la medida de lo
posible, la subversión, el golpe de estado, las intrigas palaciegas, las
agitaciones colectivas y los delitos políticos. Un proceso constituyente
aparece así progresivamente como una barrera al abuso del poder y como una
manera organizada de excluir ciertas formas o ciertos temas de cuestionamiento
al poder. Un proceso constituyente es un rito pacificador… es también símbolo
de independencia”(Subrayado nuestro).
He citado ambas
referencias porque indican que un proceso de la naturaleza del que hablamos no
se convoca para salir de un mal gobierno en particular, ni se convoca para que
una parte del país se imponga sobre la otra. Todo lo contrario. Se convoca
porque hay un estado de cosas que no sostienen la paz necesitándose construir
algo nuevo. Los que piensan de una manera y los que piensan de otra se convocan
para llegar a un proyecto común que establezca “un orden racional, claro y estable que evite, en la medida de lo
posible, la subversión, el golpe de estado…”.
Es para esto
que debe llamarse a un proceso constituyente y por lo que pensamos que estamos
en un “momento constituyente”. Pero hay algo que creo es lo fundamental y debe
constituir una advertencia: nadie llama a éste proceso para liderizarlo ni para
establecer pautas de comportamiento, ni decir que se debe o no se debe discutir
o decidir en una ANC. Eso es una materia que está reservada solo a aquellos a
los que el voto popular les da la responsabilidad de representarlos, esto es a
los Constituyentes.
Nadie puede
alzar una bandera en el país proponiendo la convocatoria a una ANC para
prometer que se hará o se dejará de hacer con ella como si se tratara de una
propuesta política electoral, ese es el sentido equivocado del planteamiento.
Lo único que puede hacer, a lo sumo, alguien que desee proponer la convocatoria
a una ANC, si así lo desea, es concursar en la circunscripción correspondiente
y esperar el voto del pueblo para participar en las discusiones que se den en
esa ANC, nada más.
Ahora bien, si se espera que de las deliberaciones de esa ANC salga algo
positivo para el país, deben existir propuestas concretas y estudiadas de lo
que se desea de ella. Esos planteamientos deben hacerse en su seno, pero pueden
ser ventilados previamente a una convocatoria, para que la población los
conozca. Eso es otra cosa.
Discutir el país que deseamos no es un asunto trivial. Va mucho más allá de
las promesas electorales que hizo Hugo Chávez en la campaña de 1998 pidiendo
Constituyente como una promesa sin contenido. Se reunieron 131 Constituyentes y
redactaron, a juicio de los 125 salidos del Kino chavista, una Constitución que
no fue el producto de un consenso sino la imposición de un vencedor. Eso se
evidenció cuando el 52% de los votos impusieron a esos 125 Constituyentes,
dejándole solo 6 al 48% restante de los electores. Eso nunca podía estabilizar
a un país. Muestra concreta de eso es que en el 2002 éste se echó a las calles
pidiendo un cambio. Y aun no es estable…
Deseamos propuestas que describan seriamente como queremos al país, no
promesas como las que haría un candidato en campaña electoral. Una propuesta
como esa es la que plantea MID-Táchira en su Proyecto País (ver https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDLXdIMzljSFVtWmc/edit?usp=sharing)
en la cual esgrime un cambio ESTRUCTURAL que bien puede ser discutido y
aprobado por una ANC. Puede haber muchas otras propuestas pero esta es una que
considero muy buena aproximación a la solución de los problemas principales de
Venezuela. Siempre puede ser mejorada, pero ES una propuesta concreta.
El Proyecto País planteado allí se basa fundamentalmente en el manejo de 12
ejes para el desarrollo nacional. Pueden verlos todos en la citada
presentación. Como ejemplo deseo que se enfoquen en la primera: Autonomía
Regional, que basa su acción en tres elementos que en estos momentos grita el
ciudadano, sin ser oído por sus autoridades: Autonomía Regional
(municipalización profunda del país), Autarcía (autosuficiencia económica para
resolver sus problemas mediante impuestos y servicios) y Autoría
(responsabilidad de los funcionarios ante las comunidades que los han elegido).
Todos los municipios del país están prácticamente mendigando los recursos
para mejorar su calidad de vida de un Poder Ejecutivo todopoderoso. Aun
habiéndose producido la descentralización política en 1989 con la elección de
los Gobernadores y Alcaldes, ese proceso todavía es “chucuto”, con una excesiva
centralización del poder y los recursos del gobierno central. Esa relación debe
cambiar drásticamente.
Venezuela no es Caracas. Hay primero que pasar por sincerar las poblaciones
para repensar cuantos municipios deben existir realmente en cada entidad
territorial, llevándolos a una relación más humana, capaz de dar calidad de
vida a la gente. Solo ver los casos de Catia, el 23 de Enero, Caricuao y Petare
en Caracas nos da una idea clara de lo que se plantea aquí.
El sólo pensar que Venezuela con cerca de 1 millón de kilómetros cuadrados
y aproximadamente 28 millones de habitantes, tenga solo 335 municipios y España
posea 8.112 municipios con cerca de la mitad del territorio que nosotros
tenemos, nos da una idea bastante clara de cuán lejos estamos de lo correcto.
Hay que acercar el gobierno a la gente y darle constitucionalmente los recursos
para que puedan resolver sus problemas. Eso es repensar al país en términos
estructurales.
Lo anterior es sólo un ejemplo de que la discusión aquí debe ir muchísimo
más allá de la diatriba política cotidiana y de pensar el país para los
venezolanos. Sin embargo esto no quiere decir que nos olvidemos de la actual
situación política.
Un proyecto para el país nos garantizaría no volver a caer en una crisis
terminal como la que vivimos, pero también su reinstitucionalización nos daría,
por ejemplo, un nuevo CNE que nos garantice Elecciones Auténticas para todas la
autoridades, incluyendo a la Ilegitima que hoy nos mal gobierna, la solución
del problema cubano y de la crisis económica, con el regreso de la confianza.
No se puede convocar la discusión del país sin un plan, sin una idea
concreta de lo que queremos. Es por eso que una convocatoria sin la existencia
de propuestas concretas es como ir a una guerra sin una estrategia. Si no pensamos
en grande al país, más allá de nuestras diferencias, se puede a volver a caer
en el mismo error de 1998, convocando a una Constituyente por las razones
equivocadas. Primero es un proyecto para el país y luego convencerlo para
convocar a una ANC para discutirlo y aprobarlo. Lo demás parece espejismos de
oportunistas.
Caracas, 15 de Junio de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana
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